domingo, 28 de octubre de 2007

Piss Christ


Esta imagen ya es un clásico de la posmodernidad. Un icono que emerge en el escenario de la guerra cultural y que dinamita los cimientos ideológicos del conservadurismo político norteamericano de la era Reagan.
Piss Christ (1985), ofende e incomoda a los grupos conservadores, pero gracias a esa perturbación, el autor Andrés Serrano pudo penetrar en el mainstream. Provocó un escándalo sin precedentes en el mundo del arte. Un escándalo del que fueron partícipes senadores estadounidenses republicanos como Alfonso D’amato.
La imagen - a la que esta reproducción no hace justicia, ya que no permite ver el gran tamaño y los colores refulgentes – no es más que un crucifijo de plástico sumergido en orina.
Gracias a Piss Christ, sangre, orina y semen ocuparon un cuerpo destacado en el arte. No es casual que esta polémica fotografía aluda a la religión además de a los fluidos corporales. Cinthya Freeland explica que “los símbolos de dolor y sufrimiento fundamentales en muchas religiones pueden ser escandalosos cuando se les disloca de su comunidad. Si se mezclan con símbolos más seculares su significado se ve amenazado. La obra artística que utiliza sangre u orina entra en la esfera pública sin el contexto de un significado ritual bien conocido ni la redención artística a través de la belleza”.
Aunque la fotografía se hizo utilizando la orina de propio artista, esta no es reconocible como tal. El crucifijo parece envuelto en un aura dorada y misteriosa. Sin embargo, escribe Lucy Lippard, “el título de la obra, transforma este icono cultural fácilmente asimilable en un signo de rebelión o en un objeto repugnante simplemente cambiando el contexto en el que se ve”.
A este respecto, cabe recordar que en el catolicismo se han descrito durante milenios el sufrimiento físico y los fluidos corporales como fuente de energía espiritual. Además en las iglesias se venera sangre y miembros de sus santos y mártires, que en lugar de horrorizar, son venerados con devoción.
Por lo tanto, se comprende que Serrano quería condenar la manera en que la cultura es religiosa de boquilla, pero en realidad no se compromete con los valores de esa religión. De hecho, Serrano afirmó que con esta obra lo que criticaba eran las instituciones religiosas que estaban comercializando y abaratando los iconos cristianos. A fin de cuentas, considera que sus fotografías son “como el trabajo de Luis Buñuel”, la obra de “un católico de sentimientos enfrentados”.
Como siempre ocurre, el tiempo se ha encargado de seleccionar las obras que merecen ser recordadas y ha decidido que Piss Christ sea una manifestación artística incontestable.
A pesar de todo, siempre habrá quien se alinee junto a los que consideran que el arte ha de estar sometido a un conjunto de reglas preestablecidas. Sirva de botón de muestra las palabras del senador Jesse Helms cuando recapituló: “No conozco a Don Andrés Serrano y espero no llegar a conocerlo nunca. Porque no es un artista; es un memo”. Brillante reflexión
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