jueves, 11 de septiembre de 2008

True Blood

Con su nueva propuesta televisiva, True Blood, Alan Ball vuelve a sorprender. Las malas críticas recibidas, que no son pocas, provienen, tal vez, de un público que esperaba otras cosas más propias del universo Ball. A saber: realismo con tintes oníricos, la crisis de la familia tradicional, comportamiento inmaduro, debate existencial y delirio transitorio.

True Blood posee, desde su primera secuencia, el aroma inconfundible de una buena serie de la cadena HBO. Nunca antes en televisión se mostró el mundo de los vampiros tan alejado de tópicos y de pudores cínicos. Y hablando de cinismo, a estas alturas nos esperamos una serie de calidad, pero nada que se acerque a A dos metros bajo tierra, Los Simpson, Los Soprano o Twin Peaks.

Sin embargo, aunque el piloto tiene cosas por pulir (¿que necesidad tiene Ball de poner un cebo para el episodio 2?), a grandes rasgos, se augura algo importante. Muy importante.

martes, 25 de marzo de 2008

Da fame de sexo e a cobiza


"Aqueles que viven a relixiosidade cara a fóra, amosándoa decontino e demostrándoa de maneira ostentosa, sempre ocultan unha profunda e covarde cobiza, así como unha cega fame de sexo"

Herbario, Sándor Márai


Podedes mirar isto, entre outras cousas.



lunes, 24 de marzo de 2008

Infamia

Del contacto cultural en el que estamos inmersos emanan actitudes que van desde un sincero respeto hasta un vil mercantilismo.

Un museo, entre otras cosas, reúne y educa al público y aporta criterios sobre el valor y la calidad del Arte. No obstante, de todas las acciones que se entrelazan en ese espacio, parece que la actividad comercial impera sobre las demás.

En una sociedad cada vez más (in)mediatizada, parece tener más importancia para el hecho artístico ser la portada de un periódico, que equivale en muchos casos (lamentablemente) a reconocimiento que efectuar acciones veraces y creativas. Me considero un ferviente admirador del Arte contemporáneo, pero, a pesar de todo, he de reconocer que en los museos de esta índole, ferias de Arte, bienales… nos encontramos cada vez con más obras crueles que constituyen un timo para el espectador. O acaso ¿todo vale? ¿y las normas éticas y morales?¿se puede considerar arte dejar morir a un perro por inanición atado en la esquina de un museo?

No es una exageración. Eso ha ocurrido recientemente (si bien es cierto que no es del todo fiable ya que la información me llegó vía e-mail) y fue expuesto por un psicópata que, con la contribución de los agentes artísticos pertinentes, se hace pasar por artista.

Dijo Gombrich que “el artista moderno quiere, simplemente, crear”. Amén. Pero atar a un perro y verlo morir además de no ser creativo, ni tan siquiera hermético, de no tener en cuenta la experiencia estética del espectador, es el horror más irracional. Los nazis desconfiaban de la razón, se ve que este intento fallido de artista también.

De todas maneras, hay un individuo que, por su estupidez, considero peor que el museo y que el torturador-supuesto-artista. No es otro que el que se queda pasmado contemplando al perro con cara de estar ante una aparición, como si esta “obra maestra” representara para el Arte lo mismo que el cubismo a principios del siglo XX. Esos snobs consideran al museo como un espacio sagrado en el que se produce una transubstanciación del objeto de mal gusto en una obra maestra.

Insisto. Es preocupante que ese matarife posea espacio mediático en detrimento de jóvenes creadores que sí tienen algo que decir. La obra funciona por el morbo que suscita, porque vende más lo trágico, lo desagradable o lo cruel que una reflexión coherente sobre la naturaleza. El morbo se ha impuesto y es coleccionado por gente con ingresos anuales muy altos, de una media de 80000$. Se presenta en galerías de todo el mundo, se anuncia en televisión, cine e internet e incluso cotiza en Bolsa.

Los grandes compradores han de ser conscientes de su enorme responsabilidad. El ejemplo del multimillonario Charles Saatchi es bastante esclarecedor: ha sido acusado de manipular el mercado de jóvenes artistas a la última con sus repentinos cambios en compras y ventas. Al promocionar exposiciones, Saatchi eleva el valor de las obras de las que es propietaria su galería.

La financiación es otra de las grandes responsables de que se expongan perros famélicos. Desde mediados de los 60 ha tenido lugar un cambio en la financiación de los museos que la ha alejado de los filántropos: en 1992, las corporaciones dieron casi 700 millones de dólares para promover la cultura y las artes. Las primeras en donar cuantiosos fondos fueron empresas tabaqueras y petroleras, que trataban de limpiar su imagen aunque, eso sí, no tenían ni idea de Arte y contribuyeron a transformar el continente artístico en un gran receptáculo en el que se acumula basura. Cuando una compañía financia una exposición, los directores y conservadores de museo, tal vez se sientan limitados en cuanto al tipo de arte que se pueda y no se pueda exponer. Esto es la vergonzante autocensura del mundo del Arte.

Por todo esto, no pocos museos de arte contemporáneo constituyen una reinterpretación siniestra de Disneylandia, como podemos observar en sus modos de representación chabacanos, cintas de audio, exhibiciones absurdas con botones y videos y megatiendas de regalo. Puede que la frase de Barry McGee, el reputado grafitero, cobre ahora más sentido que nunca: “en ocasiones, una piedra que vuela a través de un cristal puede ser la obra de arte más bella y convincente que he visto”.

La ignorancia en la que está sumido parte del mercado del Arte y la ausencia de referentes, entre otros factores, son los que provocan esta sinrazón creativa. Para hacer Arte, hay que conocer el Arte. Los descubrimientos y los efectos de representación, orgullo de artistas de otra época, hoy son superfluos. Pero hemos llegado a un punto en el que corremos el peligro de perder el contacto con los grandes maestros del pasado si aceptamos la doctrina, ahora de moda, de que dichas cuestiones no tienen nada que ver con el Arte. De hecho, dijo Gombrich que “no existe aspecto más maravilloso en la historia del Arte que éste de la cadena de una tradición que todavía relaciona el Arte de nuestros días con el de la época de las pirámides”.

A pesar de todo, el panorama no es tan malo, pero habrá que esperar a que la Historia, como ya hizo en el gótico o el Renacimiento, efectúe su selección. Por lo tanto, es apropiado concluir señalando a algunos de los artistas contemporáneos que, probablemente, serán recordados dentro de cien años: Gerhard Richter por su capacidad para absorber y sintetizar estilos, géneros y tendencias; Louise Bourgeois por su temática universal; Bill Viola por el magnetismo de sus videos; Bruce Nauman por su actitud polifacética y multidisciplinar; Jeff Wall por contribuir a consolidar la fotografía como Arte; Cindy Sherman por su disección de la representación convencional de la mujer; Matthew Barney por su riqueza iconográfica; Andreas Gursky por su capacidad para evolucionar; Marina Abramovic por someter el cuerpo al análisis y la experimentación; Doug Aitken por su apuesta por los nuevos medios; Helena Almeida por aunar performance, pintura, escenografía y fotografía; Christian Boltanski por su coherencia como artista conceptual; Chris Cunningham por convertir el videoclip en Arte; Luis Gordillo por su fidelidad a la pintura; Rebecca Horn por su femineidad neorromántica que alude a la memoria histórica; Jeff Koons por arriesgarlo todo al costear sus primeros trabajos invirtiendo en Bolsa; Shirin Neshat por su lirismo; Paul McCarthy por su desprecio de los valores occidentales; Erwin Wurm porque el Arte también es comedia y Zhang Huan por criticar el sistema nacido de la Revolución Cultural china.

lunes, 17 de marzo de 2008

Licantropía ou tolemia

El bosque del lobo é unha película de terror, pero non é a típica do xénero. O seu guión basesase no libro “El bosque de Ancines” de Carlos Martínez Barbeito. O libro, e polo tanto a película, conta a historia de Romasanta: un suposto lobishome galego que asasinaba ás xentes no bosque. Estamos, pois, ante un guión adaptado.

A película conta a historia de Benito Freire, un buhonero que acompaña a xente nas súas viaxes e aproveita para matalas. Non hai en ningún momento da película unha transformación de Benito, agás a metamorfose actual que lle confire un soberbio José Luis López Vázquez. Por iso, a película non se centra no terror duns rasgos malignos. É a enfermidade o que vemos en todo momento, aínda que non se nos diga directamente cal é. Pola contra, a obra fílmica si se centra noutro aspecto: no costumismo. As costumes e tradicións galegas están plasmadas con total naturalidade, incluso na linguaxe. Os espazos, o vestiario e ata a forma de pensar acadan un realismo único. Máis que un relato terrorífico, é a historia dun home no seu entorno.

A historia está narrada dun xeito lineal. Ó longo do film hai tres flash-backs, todos eles de moitísma relevancia para concebir ó personaxe principal: o lobishome, Benito Freire.

O tempo está condensado, incluso hai unha referencia a que pasan meses. O relato posúe tamén pequenas elipses, pero a máis destacada é unha elipse espacial que aparece cando Benito vai matar a Pacucha (unha muller a que lle facía as veces de carteiro).

A narración conta tamén cun prólogo e un epílogo, os dous iguais e os dous de gran expresividade. A película comeza cunha imaxe de Benito andando polo bosque e en off, escoitase un cantar de cego que comeza a narrar. O final é o mesmo, a música dun cantar de cego sobreponse ás imaxes. Este recurso dálle un maior ton costumista, desde o inicio ata o mesmo final.

Na narración debemos destacar tamén o punto de vista. Predomina a narración obxectiva, aínda que existen tres momentos con cámara subxectiva. Con todo, a subxectividade deste filme non precisa de cámaras, senón que se consegue a través dos diálogos e a través das reaccións dos personaxes ante os mesmos.

Outro punto importante e que dota de personalidade á película é o uso de planos reiterativos. Varias veces vemos o travelling acercándose a unha persoa cando fala. Ademais, repítense certos planos case igual. Cando Benito ataca, rabuña a terra, como un animal. Igual que tiran a terra os seus veciños nos enterros. Polo tanto, cada vez que ataca, Benito leva acaba un xesto que é ó mesmo tempo costumista e animal, establecendo unha contraposición, a mesma que a súa persoa supón dentro da sociedade. Outro plano que se repite é o sol entre as árbores. Sempre despois dun ataque. O sol vólvese importantísimo, porque non hai que esquecer que Benito Freire non é un lobishome común. Ós licántropos aféctalles a lúa, ó buhonero non. Ataca sempre co sol no alto, e de feito, o seu primeiro ataque da enfermidade, segundo vemos nun flashback, ten moito que ver co sol.

Sabemos que Benito ten un pasado traumático que o marcou, pero o descoñecemos na súa totalidade. Aínda así, presentásenos no film como un xustificante do seu comportamento. Benito parece bo, pero non é de todo así. A pesares de que vemos que está fóra de si cando ataca, hai certa maldade no seu comportamento. Convence a xente para que vaian con el, sendo consciente do que vai pasar aínda que logo se arrepinta. Ó igual que ten unha relación ambigua coa sociedade, tamén a ten coa relixión. Mostrase relixioso pero os seus actos afástanse desa concepción. É moi importante, na caracterización de Benito, o seu traballo de buhonero. Sempre o vemos cunha gran carga a costas. Benito carga con moito máis que coas súas mercadorías.

Case todo o filme xira en torno a Benito, xa que o seguimos no seu percorrido. Por iso, o resto dos personaxes teñen un marcado carácter secundario. O cura protestante inglés supón o contrapunto ó mundo da superstición, e así o manifesta tamén no diálogo. É o polo contrario, incluso fisicamente se diferencia. Aínda así, finalmente parece que acaba con aqueles os que lles chama supersticiosos. O rapaz novo que quere irse con Bieito é o único que se salva. Representa a inocencia, todo o que Benito puido ser e non foi. Con todo, é un dos primeiros en desconfiar del. Tamén temos personaxes que son case iconos. O Abad é a bondade, a confianza. Cre en Benito ata o final. O tuerto representa a desconfianza, incluso o seu aspecto físico correspóndese co imaxinario popular neste senso.

As localizacións exteriores son todas naturais. O director xoga co contraste entre o rural e o semiurbano, co bosque insondable separando os dous mundos. Trátase dunha rodaxe naturalista que aproveita os espazos reais, e non decora, senón que ordena. Así consegue un costumismo de moitísima máis forza. Nos interiores, a impresión costumista non diminúe: nin no hospital (dun blanco tan impoluto que parece dicir que o van sanar das súas impurezas e non das súas febres), nin na pousada, nin no interior burgués.

O estilo é sobrio, aínda que ten moitos trazos do cine máis contemporáneo como o gusto polos primeiros planos. Aínda así, ó longo do film atopamos case tódolos tipos de planos. É chamativo que no principio do film hai un momento de cámara en man, seguindo a Benito, o que nos achega a certo ton documentalista. Nos planos tamén aproveitan ben a profundidade de campo.

A música merece ser nomeada porque ten un papel moi importante, é ás veces o leit motiv. Tamén é importante a valoración que se fai dos sons da natureza.

Finalmente poderíamos dicir que ó longo de todo o film se está xogando coa superstición e o engano, e a diferencia entre eles. Entre a superstición e a realidade (a enfermidade). Benito durme sempre no mesmo sitio. Benito mata sempre nese mesmo lugar. É tamén aí onde ten o encontro co rapaz e cando é capaz de controlar os seus instintos. Se Benito é un lobishome, como cre a superstición, está levando a cabo un ritual. Se Benito está enfermo, ten unha obsesión psicopatolóxica. A película non deixa moito lugar a dudas. Pola contra, os seus veciños deteñeno e acusano de lobishome. Pero ¿que é melllor crer? ¿Que Benito asasina porque un lobo o posúe ou porque Benito está enfermo e non hai quen o cure?.

lunes, 10 de marzo de 2008

Recopilatorio

Ha pasado tiempo. No se puede decir que mi última actualización no se haya hecho esperar. Sé que ardíais en deseos y que, ahora, la baballa corre a raudales desde vuestra boca. Y ¡Sí! Aquí estoy. En época de exámenes siempre hay ocupaciones mejores que estudiar, y entre ellas, incomprensiblemente, se encuentra ponerse delante de un ordenador a escribir tonterías para que otros se rían de ti. O...para que tú te rías de otros!

Había pensado en contar la historia del hombre que no mastica, que toca las maracas con el estómago cuando come marisco. Pero me pareció arriesgado divulgar a la humanidad la existencia de semejante engendro biológico.
También se me pasó por la cabeza hacer una campaña contra Andorra....Quién sabe la historia de ese país? Acaso no es un punto oscuro, con relaciones extrañas con la Unión Europea (sin ser miembro)? Por qué es tan pequeño, tiene tan pocos recursos propios y es un paraíso fiscal? Que poder oscuro habita allí para que nunca fuese anexionado por otros, cuando no podría hacerles frente? Hay muchísimas dudas más que me asaltan sobre Andorra, pero me parecería cruel castigaros con esta carga tan dura y difícil de llevar. Desde que este fogonazo pasó por mi mente no duermo, no como y sólo vomito pipas. Y ¡yo no os deseo eso!. Por lo menos, por ahora.
Otra opción sería explicaros el aliento de dragón, sin embargo, resulta muy complicado plasmar en palabras toda esa técnica, ese entrenamiento que se esconde detrás. Se trata de una tradición milenaria.
Así que he decidido no contaros nada. Simplemente actualizar. Por esto del aburrimiento. Y por esto de escribir por escribir. Como hacen muchos. Y como escribir sin tener nada que contar es casi contradictorio, decido también justificarme. Porque también hay quien habla sin tener nada que decir. Y quien dice que no negociará con los que tienen un brazo armado, cuando su mano sujeta las riendas del ejército más poderoso del planeta....

jueves, 21 de febrero de 2008

Opositores de educación. ¡A la calle!

No caben dudas.
No hay ni un segundo para vacilar.
O estamos o no estamos.
O nos ven, o no estamos.
En Educación, la convocatoria será la misma este año. Ellos lo llaman "lo de siempre". Dicen, sin balbucear, que es "la legalidad". Y no tienen a nadie delante que les diga que NO es así. Que ni es lo de siempre. Que ni es lo legal.
No hay nadie que explique, que le cuente a la gente que pasa por la calle, qué está pasando en las tripas de los colegios. Nadie que les diga que la capacidad y el mérito resulta altamente indigestas en los centros educativos.
Pero, en cambio, las puertas de atrás están abiertas de par en par.
Y nadie está exigiendo que se cierren.
Estamos a nada de quedarnos otra vez arrastrando los pies en el felpudo. Hay que dar un paso al frente, hay que llamar a la puerta y contarles que estamos aquí y por qué lo estamos.
¡Vamos!
¡Vamos a la calle! ¡Que sepan que existimos! ¡Que vemos y hablamos!
¡Que sepan que los otros saben de nosotros!
Podemos hacerlo. ¿Quién va a impedirnoslo? Si ya nos han impedido lo más importante...
¿Qué perderemos?Si ya nos han ocultado todas las oportunidades bajo informes y ordenes...
Si salimos todos juntos, si gritamos todos a una, seremos "una foto", de las de portada, de las que se tiran encima de las mesas donde se deciden los temas de los mítines, donde se pacta qué llaga hay que tocar.

Y es que por lo menos, como mínimo, tenemos que escocerles.

miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Quién mató a Charlot?

Chaplin no tiene consideraciones, es despiadado. Y por eso nos condena a todos en su película Monsieur Verdoux. Nos tira a la cara, entre gags y asesinatos, toda la culpa que siempre echamos a un lado. Para condenar a un asesino de inocentes, nos hace convertirnos en él.
Cuando empezamos a ver Monsieur Verdoux, no esperemos encontrarnos con el vagabundo enternecedor, al que todo perdonamos. Aquí está la otra cara de la moneda, el reverso. Ya no hay sombrero, zapatones o bastón. Ahora hay cinismo, frialdad y negocio. A pesar de eso, Charlot (o Chaplin o Verdoux) consigue que estemos siempre del lado del asesino. Sabemos de sus intenciones, pero nunca conseguimos verlo en acción. Sabemos de su sistema, pero no podemos evitar reírnos cuando Charlot-Verdoux cae por una ventana, se ve dormido por su propio cloroformo… Ahí reconocemos a Charlot, a Chaplin, al mendigo. Que por culpa de los tiempos que corren ha tenido que hacer negocios con la vida, como muchos más. Pero hay un sabor amargo en todo esto. ¿Por qué nuestro “amigo” se ha pasado al otro bando? ¿Por qué tiene que hacernos esto? ¿Es una venganza? Monsieur Verdoux nos empuja hacia un abismo en el que nos enfrentamos con la cara más terrible del mundo y de la condición humana. Nadie se salva, ni siquiera la única mujer que es perdonada merece nuestro perdón. Está casada con otro asesino, así, simplemente. Y ahí no hay vuelta atrás. La fatalidad de Verdoux se ve espectacularmente confirmada. No queda sitio a dónde ir.
Además de todo esto, la película tiene una impecable narración y el movimiento (Verdoux es un asesino itinerante) está muy bien tratado con las imágenes del tren y la música, que imprimen un ritmo muy especial al film. Además, el ingenio del Chaplin director consigue obsequiarnos con planos sorprendentes. Como en el caso de la boda, cuando Chaplin escapa al ver a su otra “mujer” (la indestructible Martha Raye). La profundidad de campo y la composición son espectaculares en el plano en que alguien se asoma a buscar en una ventana, mientras que el espectador ve como Chaplin huye por detrás.
Sin embargo, la apoteosis es el final. Tanto por su contenido como por su forma. El sabor amargo que hemos ido sintiendo desde el principio se convierte en un dolor agudo. Primero por las palabras que Charles Spencer Chaplin nos dirige desde el estrado del acusado. Nos señala con el dedo y nos llama hipócritas, enfermos, degenerados. Y no podemos contestarle, porque tiene razón. Y la impotencia se vuelve incontenible. Por eso lo condenamos a muerte. Y así, nos condena a nosotros.
Verdoux se deja capturar, ha estado jugando, negociando y ha decidido que se acabe. Se enfrenta a la muerte con una serenidad en la mirada y un gesto que sabemos naturales. Y nos dedica un momento único en el cine. En la celda, cuando toma el ron que le ofrecen (después de haberse negado en un principio), en sus ojos brilla una serenidad trágica. Nada lo ata al mundo, y menos a este mundo. Él ha decidido sus pasos y ha elegido su fin. Él sabe, nos ha avisado de lo que está pasando. Él ve. Y ahora la sociedad sólo quiere cerrar los ojos, muy fuerte, porque el espectador se da cuenta finalmente de que está matando a Charlot. Pero cuando la sociedad, por una rendija, quiere ver como lo conducen a esa guillotina, cuando consigue ver esa silueta con las manos atadas atrás, se condena a sí misma. Porque ahí va el mendigo, la bondad, el niño-hombre, el inocente. Porque vamos a guillotinar a nuestra esperanza.

viernes, 4 de enero de 2008

El cuento de Sintra

Los cuentos de hadas terminan al cabo de diez o veinte páginas, pero una arquitectura fantástica, como la del palácio da Pena en Sintra, no. Es una colección de varios tomos plagada de senderos con migajas de pan y de llaves en el fondo del mar. Es decir, de caminos que creemos no poder recorrer en este mundo. En Sintra, ese universo se materializa.
Al repasar la arquitectura portuguesa no puede faltar la idílica ciudad de Sintra, cuyas construcciones, no obstante, se remontan a los siglos XV y XVI o bien datan, aproximadamente de la segunda mitad del siglo XIX. El espectacular paisaje costero ya había maravillado a los romanos y a los árabes, incluso, más tarde, los reyes portugueses mandarían construir aquí, en Sintra, sus residencias veraniegas. En el siglo XIX fue el destino de románticos alemanes e ingleses. La arquitectura neoclásica no germinó, ya que durante la época pombalina, período en el que se “racionalizó” el urbanismo lisboeta tras el terremoto de 1755, se concentraron en Sintra los comerciantes ricos, que no estaban de acuerdo con las construcciones austeras realizadas en la capital.
Así pues, no es de extrañar que sea en Sintra, ciudad que había frenado el avance del estilo oficial, y no en otro espacio, donde Fernando Sajonia-Coburgo encargó al arquitecto y naturalista barón Wilhelm Von Eschwege en 1839, la construcción del palácio da Pena. Desafortunadamente para Dom Fernando II, - que así llamaban a Fernando de Sajonia-Coburgo en Portugal – la extravagante construcción no se finalizó hasta 1885, año de su muerte.
Este edificio caprichoso antecede en ciertos aspectos conceptuales el Modernismo ondulante del catalán Antoni Gaudí. Especialmente en el colorido, la simbiosis con el paisaje, la luz y las formas pseudos-oníricas.
Un portal árabe abre el acceso a este castillo de cuento de hadas, situado sobre el Monte da Lua en una elevada posición dominante (primera imagen). Sus torres y fachadas medievales se muestran exultantes en rojo fresa, amarillo canario o azul turquesa. A pesar del colorido, no se pueden obviar los recuerdos a castillos alemanes y a residencias portuguesas del período manuelino. Este estilo se ve reinterpretado en determinadas ventanas (segunda imagen) y en el claustro de un monasterio jeronimiano, (tercera imagen) que Fernando integró en su castillo y salvó de su ruina. Más variopintos son los espacios interiores y el mobiliario, siempre en consonancia con las estancias; la más suntuosa es la sala árabe (cuarta imagen) con sus pinturas trompe-l’oeil en las paredes y techo.
Además de todas sus excelencias arquitectónicas, el castillo, es un extraordinario mirador. El parque con flora exótica, fuentes y hermosos cenadores es también uno de los más magníficos de Europa.
Richard Strauss expresó su opinión sobre este paraje del siguiente modo: Este es el día más feliz de mi vida. He estado en Italia, Sicilia, Grecia y Egipto, pero jamás he visto algo tan maravilloso. Este es el lugar más bello con que han topado mis ojos.

--- Haz click sobre las imágenes para poder verlas a mayor tamaño ---

jueves, 3 de enero de 2008

Los mejores discos nacionales de 2007

1. LOS PLANETAS. LA LEYENDA DEL ESPACIO.



2.TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO.


3. PRIN'LALÁ. ESTO ES PRIN'LALÁ.

Los mejores discos internacionales de 2007

1. LCD SOUNSYSTEM. SOUND OF SILVER.



2. THE ETTES. SHAKE THE DUST.


3. PANDA BEAR. PERSON PITCH.


4. BLACK REBEL MOTORCYCLE CLUB. BABY 81.


5. DEERHOOF. FRIEND OPPORTUNITY.