jueves, 20 de diciembre de 2007

El conejo samurai

¿ Alguien se acuerda del conejo samurai que derrotaba a las tortugas mutantes en la mítica serie de animación?
Fue tras este hecho cuando Usagi Yojimbo, que así se llama el intrépido lepórido, se comercializó como muñeco articulado llegando a vender más de dos millones y medio de ejemplares.
Mucha gente parece haber olvidado al conejo guardaespaldas (literalmente del japonés Usagi Yojimbo), pues hoy en día sus cómics, su auténtico lugar de origen, no tienen mucho peso en el mercado. ¿ A qué se puede deber que un cómic con una narrativa tan dinámica, con multitud de historias breves conexionadas y por lo tanto, casada con los tiempos que corren no funcione? Además de a la escasa promoción, podría estar relacionado con el hecho de que ya no se leen tantos cómics y han dejado de ser un producto popular, especialmente en Estados Unidos (en comparación con otras épocas). Si se hiciese una serie de TV, un videojuego o una película, puede que Usagi vuelva a ser popular. De lo contrario, será cada vez más minoritario y sólo lo comprará ese reducto de aficionados que frecuenta las librerías especializadas.
Stan Sakai, el padre de la criatura, afanado en el rigor histórico y cultural, traslada a los lectores, con apenas cuatro trazos de su pluma, al Japón medieval. En ocasiones, la precisión con la que contextualiza la acción es digna de los mejores documentalistas.
Hawaiano de nacimiento, pero con el Sol Naciente en sus venas, Sakai goza de una notable biblioteca sobre cultura japonesa que le permite indagar en sus raíces y convertir a Usagi Yojimbo en una obra tremendamente personal. A esto contribuye el equilibrio que este autor ha encontrado entre los cómics de superhéroes (Marvel, DC) y los mangas, especialmente de Akira Toriyama. Se podría decir que oriente y occidente confluyen de manera armónica en las aventuras del conejo creado por Sakai.
En el entintado, podemos observar que las influencias recibidas no se reducen a América y Japón. Aunque parecen de universos diferentes, Milo Manara tendría mucho que decir respecto a la forma de entintar Usagi Yojimbo.
Menos perceptible sería Moebius. Sin embargo, la historia cerrada Space Usagi , no es sino un homenaje a esa ciencia ficción lisérgica que perturbó las mentes de los lectores de los años setenta y ochenta. Para saciar a los más curiosos, hay que señalar que a partir de esta historia casi se realiza una serie de animación. Incluso está en circulación el piloto.
Las aventuras de Usagi Yojimbo NUNCA fueron exclusivamente para niños. A pesar de todo, si que existe una primera época más inocente, pero a medida que las historias se vuelven más densas, el conejo se va humanizando. Sakai dice que es algo inconsciente por su parte, como si "el personaje adquiriese vida propia y dictara su propia evolución". Es un personaje que crece y envejece, adquiriendo conocimientos y madurez. De sus aventuras saca experiencias que luego le son útiles.
Estas historias se desarrollan en un Japón medieval fabulado que alberga épica y pensamiento para iluminar unos relatos de suma aventura.
De todas maneras, todas las maravillas de este tebeo resultan anecdóticas si se comparan con la excelencia narrativa de la serie. Sin duda, lo más destacado, alternando relatos cortos y largos, si bien es cierto que estas últimas están más elaboradas, como la muy recomendable Segadora.
Por todo esto, el conejo que haría trizas a Bugs Bunny sin darle tiempo a pronunciar su enervante frase, merece un digno lugar en el Olimpo de los animales antropomorfos. Así lo creen las personas que lo conocen. Los que todavía no le conocen, harían bien en tener presente una recomendación que Stan Sakai dió hace años en el Salón del Cómic de Angulema: "Leed Usagi. Dadle una oportunidad y creo que os gustará. Tiene un trasfondo histórico importante, pero, ante todo, es una historia muy divertida".

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